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Especies invasoras y su relación e incendios forestales: una conversación con Dr. Rafael García

“Sin actividad humana, no hay invasión biológica. Todo se conjuga en favor de la instalación y permanencia de estas especies en zonas con clima idóneo, alta densidad poblacional y abundante actividad productiva, agrícola y forestal”

Sep 8, 2020 | Noticias

Especies invasoras y su relación forestales: Dr. Rafael Garcia

Rafael García es Colaborador Académico, en la Facultad de Ciencias Forestales, de la Universidad de Concepción, e Investigador en Ciencia Aplicada, en el Laboratorio de Invasiones Biológicas (LIB) e investigador asociado al Programa Vino, Cambio Climático y Biodiversidad (VCCB). Su trabajo se centra en el estudio de la ecología de poblaciones de plantas invasoras, con énfasis en los impactos que éstas ocasionan y las interacciones que generan con otras perturbaciones, como los incendios forestales. Además, estudia la aplicabilidad de estrategias de manejo y control de especies exóticas invasoras.

Rafael García explica que en Chile existen tres tipos de especies no autóctonas. Las exóticas, que corresponden a cualquier especie no nativa, que fue introducida en el país. Las naturalizadas, o extranjeras capaces de vivir de manera autónoma, saliéndose de los cultivos y jardines, sin depender del ser humano. Y las invasoras, que son aquellas naturalizadas que se vuelven muy abundantes y generalmente causan impacto, tanto ambiental, como económico. Estas últimas constituyen uno de los factores actuales que afectan la biodiversidad en nuestro país, como también los incendios forestales. Ambos por sí solos generan un impacto y también son capaces de interactuar. A esto, hay que agregar, primero, el cambio climático, que modifica el escenario, desde condiciones normales, a sequías extremas, o lluvias torrenciales, por ejemplo. Y, segundo, el cambio de uso de suelos en lugares que han experimentado incendios, producto de la rápida degradación de los mismos, generando como resultado que los bosques no logren recuperarse de manera natural y terminen proliferando en ellos las especies invasoras. García afirma que, si bien la planta debe tener ciertas características para volverse invasora, también va a depender de cómo se comporta en un ecosistema determinado. “O sea, no porque una especie ya fue invasora en un lugar, va a ser invasora en todos los lugares. Hay varios factores que van a determinar que sea exitosa. No es lo mismo poner una especie invasora en medio del bosque nativo, cerrado, con muchas especies compitiendo con él, que poner esa misma especie en un ambiente degradado, con incendios recurrentes, cerca de un camino. Ahí la probabilidad de éxito es distinta”. Precisa la relevancia de que “a mayor diversidad, mientras más controlado el ecosistema, la probabilidad de invasiones, plagas o de incendios riesgosos va a ser menor”, como también dependiendo del lugar en que se encuentre la especie, será la herramienta a utilizar para su control.
Dr. Rafael Garcia

¿Cómo se instalan estas especies en el territorio?

La verdad, varía mucho de especie en especie, pero la mayor concentración de variedades invasoras -así como también la mayor cantidad de incendios en el país- se encuentra en la zona de Chile mediterráneo, pues éstas provienen de climas similares -como el de España, principalmente- que se caracterizan por poseer regímenes de fuego relativamente frecuentes. Lo anterior, provoca que estas plantas vengan pre-adaptadas a estos escenarios de incendios, siendo estas adaptaciones muy variadas: por ejemplo, los pinos abren los conos con el calor y semillan después. Otras, como la retamilla, sus semillas toleran las altas temperaturas, pero la planta muere. Hay otras en que la planta rebrota. Y así, existe una serie de adaptaciones que han permitido que esas especies puedan permanecer y proliferar en este ambiente perturbado de Chile central. Otro punto importante que explica García es que sin actividad humana, no hay invasión biológica. Entonces todo se conjuga en favor de la instalación y permanencia de estas especies: zona con clima idóneo, alta densidad poblacional y abundante actividad productiva, agrícola y forestal. “Si agregamos este nuevo escenario de incendios forestales -que siempre han existido, pero no con la recurrencia e impacto de los últimos años- hace que tiendan a verse favorecidas y permanecer en el sistema”, creándose una especie de “círculo virtuoso o feedback positivo de invasión, donde algunas especies -no todas- tienen algunas características que hacen que los fuegos sean más recurrentes también. Entonces los fuegos favorecen su establecimiento, y su establecimiento estaría favoreciendo aumentar la propagación o intensidad de los incendios”, apareciendo conceptos muy mencionados en los últimos tiempos, como el de “especie pirofítica” que, explica, “es una característica, no un atributo negativo, pues cualquier especie que tenga una adaptación al fuego es pirofítica, como muchas especies nativas también lo son”, pues depende más bien del estado de degradación de los bosques. “Si vas a un bosque bien conservado y se quema, el impacto va a ser bajo y se va a recuperar solo, pero en un ambiente completamente degradado, que ya tenía presión de ganado, incendios pasados, mezclado con suelo agrícola ya invadido, después de que se quema, las especies ya vienen en baja, entonces solo falta rematarlas”. García agrega que “los incendios se están moviendo al sur, buscando ecosistemas un poco menos alterados y la respuesta de las especies nativas ha sido bastante buena”, precisando que “el problema es que muchas de las especies exóticas están igual o más adaptadas. Entonces uno va a un sitio que se quemó, por ejemplo, el 2017, cerca de Constitución, donde he visitado varios bosques nativos, y las especies se recuperaron casi completamente, pero se les adicionó mucha especie exótica, pasando de tener muchas nativas y una que otra exótica, a tener casi la misma cantidad de nativas y exóticas”. Si eso se mantiene en el tiempo y hay otro incendio, “probablemente la proporción será tener cada vez más plantas exóticas y menos nativas, iniciándose una sustitución lenta del uso de suelos y de las especies que van dominando, producto de la interacción de factores antrópicos, como los incendios forestales”. Otra dificultad es que “no está claro a qué están adaptadas. Los incendios no son tan frecuentes, como en otros ecosistemas en que puede afirmarse: “sí, es al fuego””. Pueden ser adaptaciones a las heladas, al ramoneo de los herbívoros de antaño, entre otros. “Pero, independiente de cuál haya sido el motivo evolutivo por el cual las especies son capaces de rebrotar, el punto es que ahora, después de la acción del fuego, siguen rebrotando”. Las estrategias que tienen las especies nativas y las exóticas para hacerlo también son diferentes. “Mientras, la mayoría de las especies nativas lo que hacen es rebrotar, muchas de las especies exóticas germinan después del fuego”. Es decir, si corto un árbol nativo, el árbol va a rebrotar. De ese mismo tocón que quedó empiezan a salir nuevos vástagos, nuevos tallos, pero sigue siendo un individuo. Eso es rebrotar. “Lo que hacen las especies exóticas es germinar de las semillas, entonces puedo tener 100 semillas por metro cuadrado, y salen 100 plantas nuevas, aunque muchas de ellas mueran. O sea, la comparación es de un árbol que rebrotó, versus 20 retamillas que lograron establecerse. Además, al ser semilla es reproducción sexual, entonces hay variabilidad. Todos los individuos que germinan son distintos. Pero si rebrotas, es básicamente una reproducción cronal, vegetativo, no hay variabilidad genética, por lo que la probabilidad de que la población tienda a declinar va a ser más alta, porque solo estoy manteniendo el sistema”.

Considerando este contexto de cambio climático, en que la sequía está avanzando y el acceso al agua es menor. ¿La autoridad debiera poner más énfasis en la fiscalización en términos de controlar las especies invasoras o enfocarse en plantar especies nativas?

Ambas cosas. No debieran ser excluyentes. Hay que tratar de hacer, en la medida de lo posible, las dos y siempre priorizando aquellos sectores que -por algún motivo- son más urgentes de controlar o restaurar. Precisa, igualmente, que considerando que solo es posible manejar dos de los tres factores necesarios para que se produzca un incendio -vegetación o combustible y la ignición, o quién y cómo se origina el fuego- “lo primero que hay que hacer es alejar los bosques de las ciudades, y eso a veces implica cortar no solo plantaciones, si no manejar un poco los bosques nativos o estas mezclas de exóticos con nativos, porque nos guste o no, un bosque nativo pegado a la población significa mayor riesgo de que esas personas se vean afectadas por un incendio”. Luego, propone “tratar de privilegiar ecosistemas más naturales, con mayor densidad de árboles, en lo posible nativos y sin mucha presencia de especies exóticas”, aunque reconoce que resulta complejo, más aún en un escenario como Chile, en que los recursos no abundan y menos para este tipo de situaciones, pues se trata de una “ordenación territorial más compleja, que tendría resultados en el largo plazo. Entonces el llamado es a tratar de evitar la generación de incendios, porque debiera ser más fácil cambiar la conducta de las personas”, como prohibir las quemas agrícolas o de desecho, entre otros, aunque reconoce que esto también resulta complejo.

¿Quién a tu juicio tendría la responsabilidad de eliminar las especies invasoras?

Actualmente el tema está en tierra de nadie. El SAG es bastante efectivo, pero está mandatado por ley a preocuparse de aquellas especies exóticas que causan un deterioro en los cultivos, en la parte agrícola o ganadera. Entonces, si tengo una especie que solo genera un impacto ambiental, el SAG no tiene las competencias para actuar. Solo puede hacerlo dentro de las áreas protegidas, por lo que la institución que debiera velar por esto es el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, del MMA (SBAP). Afirma que hay especies que debieran ser prohibidas o erradicadas ahora, pues cuentan con los análisis que justifican dicha acción, como el visón, el castor y el pino con torta. En el grupo de especies invasoras, encontramos el aromo, la retamilla, que son especies muy utilizadas para controlar la erosión, pero que deberían tener sustitutos nativos. También hay otras más complejas, como la mora o la rosa mosqueta, que también son exóticas invasoras, muy arraigadas en la cultura rural, que aunque a orilla de camino provocan poco impacto, en parques nacionales y en el mundo nativo son una seria amenaza. Pero es un tema complejo, pues existe la dicotomía “entre un uso económico importante y un arraigo cultural muy grande. Es imposible sacarle a la gente estas especies, entonces, aunque haya un SBAP potente, poco y nada es lo que se puede hacer, salvo su distribución dentro de las áreas protegidas y algunas otras naturales que valga la pena conservar. Lo mismo ocurre con el salmón y los pinos, pues habiendo un uso económico, se hace mucho más difícil su control”. Puntualiza que el problema no son las plantaciones en sí, aunque lo ideal sería tratar de desincentivar esos cultivos, sino cuando estas especies salen de sus plantaciones y se naturalizan, para luego invadir. “Eso es lo que deberíamos evitar, como también los escapes de los salmones de sus jaulas y de las vacas en el bosque”.

¿Hay algún caso que se pueda mencionar -de país o región- que haya logrado hacer un manejo de especies, aplicando políticas públicas para controlarlas, consiguiendo como resultado la protección del bosque nativo?

Hay matices. Por ejemplo, Australia y Nueva Zelanda han sido tremendamente exitosos en el control de especies exóticas, pero por su condición de isla y porque tuvieron problemas muy grandes de invasión (…), pero actualmente son ejemplo en términos de internación y de contar con la regulación más firme a nivel mundial, pero no sé si son tan bien vistas. En Australia hay algunas rejas que atraviesan el país completo, una reja de costa a costa, para evitar que los gatos avancen por la isla y, a medida que iban pasando, los iban matando. Y Nueva Zelanda tiene control de pinos bastante exitoso aplicando herbicidas de manera aérea, con aviones y helicópteros -como en la Guerra de Vietnam- para matar los pinos, siendo un sistema tremendamente efectivo.